Mujeres en Perú: Mujeres olvidadas en la historia peruana, del siglo XIX al XX (3/4)

¡Es hora de la tercera parte de nuestra serie dedicada a las mujeres en el Perú! Después de haberles presentado, las mujeres de la época precolombina hasta el Imperio Inca en la primera parte de nuestra serie «Perú en femenino», luego las que participaron en el proceso de la Independencia del Perú, en un segundo artículo, hacemos un bien en el tiempo con este nuevo episodio que les presenta 6 retratos de mujeres olvidadas de la historia peruana, de los siglos XIX al XX. Estas mujeres de letras o de campo, artistas, científicas o historiadoras nos dan otra perspectiva de las historias de los cronistas españoles.

Mujeres de letras y de campo: Dominga Gutiérrez, Flora Tristán y Francisca Zubiaga

En el siglo XIX, tres mujeres se encuentran por casualidad en la ciudad de Arequipa, ellas aún no lo saben pero tendrán un notable impacto en las corrientes de pensamiento del Perú. Según la escritora e investigadora Sara Beatriz Guardia, directora del CEMHAL (Centro de Estudios de la Mujer en América Latina), son las grandes olvidadas de la historia peruana y sin embargo volver sobre sus respectivos derroteros muestra bien que tuvieron un impacto en la visión progresista de Arequipa hasta la hora de hoy.

En orden de izquierda a derecha, retratos de Dominga Gutierrez, Flora Tristan y Francisca Zubiaga

Fuente : https://red.pucp.edu.pe/riel/conferencia-tres-mujeres-la-construccion-la-republica-dominga-gutierrez-francisca-zubiaga-flora-tristan/

Nacida en 1803, en París, es una historia familiar relativamente compleja la que llevará a Flora Tristán a cruzar el Atlántico. Al principio, viajó por motivos personales, pero este viaje tuvo un impacto en las personas y situaciones que conoció y que iba a tener más que un impacto personal. Su padre murió cuando ella tenía cuatro años, dejando a su familia en dificultades económicas. En busca de su herencia, viajó a Perú y conoció a su tío Pío de Tristán y Moscoso, un noble peruano que le dio una pensión durante unos años, porque era hija natural de su hermano. Se describe a sí misma como una «paria», es decir, una «bastarda», debido a su situación. Durante dos años vivió con esta nueva familia y descubrió el mundo de la aristocracia en Arequipa. Marcada por su viaje a Perú, escribe su libro Peregrinaciones de una paria (1833-1834) con los ojos de una joven parisina de educación fuertemente laica y republicana. Describe la vida social y política, la influencia de la Iglesia y, sobre todo, la esclavitud. El libro será percibido como un escándalo en Lima y el tío de Flora le recortará las pensiones. Con una buena gestión, ella podrá vivir dignamente con lo que ya había recibido.

Flora Tristán vive la hipocresía de la alta sociedad criolla y la guerra civil entre dos gallitos, Agustín Gamarra y Luis de Orbegoso, aunque quien la cautiva es la esposa del primero, Francisca Zubiaga y Bernales, La Mariscala, mujer de armas tomar, literalmente, bregada en primera línea de combate al lado de su marido.

Flora Tristán vive la hipocresía de la alta sociedad criolla y la guerra civil entre dos gallos, Agustín Gamarra y Luis de Orbegoso, aunque cautiva de la esposa del primero, Francisca Zubiaga y Bernales, La Mariscala, mujer de armas tomar, literalmente, bregada en primera línea de combate al lado de su marido.

Fuente y traducción: https://latinta.com.ar/2019/12/peregrinaciones-de-una-paria/

Lo que se retendrá de su impacto es probablemente su influencia en los grandes debates, en particular sobre la esclavitud. También concluirá más tarde que su viaje a Perú le permitió realizar y reforzar su activismo feminista que ya estaba presente en ella desde su juventud. No pretende comprender a toda la sociedad pero denuncia sin pelos en la lengua las condiciones de vida de los esclavos, en particular de las mujeres, y denuncia estas prácticas insalubres. Su obra – y otras que en la época se atrevían a denunciar las condiciones de los esclavos y criticaban a la sociedad en general – fue quemada en la plaza mayor de Arequipa, señal de que los aristócratas no la veían con buenos ojos. A su regreso a Francia, inició una campaña en favor de la emancipación de la mujer, los derechos de la clase obrera, el derecho al divorcio, la abolición de la pena de muerte y la flexibilización de las restrictivas normas matrimoniales. En el continente europeo se la considera una de las mayores activistas y feministas francesas, cuya lucha se compara a menudo con la de Simone de Beauvoir.

En la misma trágica historia de Flora Tristán, es la muerte de su padre la que signará el destino de la que se llamó la «monja Dominga Gutiérrez». Esta historia de Dominga Gutiérrez también es interesante por el lugar que dejó en la memoria colectiva de las mujeres de la época y, sobre todo, en la de la Iglesia. Cuando ella tenía 5 años, su padre murió repentinamente y dejó un trauma a la niña y a toda la ciudad de Arequipa. En efecto, su padre Don Raymundo Gutiérrez de Otero fue uno de los principales actores involucrados en el movimiento de insurrección contra la corona española. Dominga, por su parte, tuvo una infancia envuelta en estos movimientos políticos y luchas populares. A los 13 años conoció a un médico que estaba dispuesto a casarse con ella, pero su madre insistió en que esperara un año para educarse en el convento. Pero el impaciente médico se casó con otra mujer y dejó a Dominga y a su familia en desgracia. Era una joven angustiada que acumuló acontecimientos trágicos durante sus años de juventud que forjaron una personalidad depresiva. En 1821 fue enviada como novicia al monasterio de Santa Teresa de Arequipa, bajo la dirección de las Carmelitas Descalzas. Dominga regresó al convento a la edad de 14 años y en lugar de tomar sus votos como monja, tuvo que tomar sus votos perpetuos y convertirse en una hermana con el velo negro, es decir, que debía permanecer en el convento y las órdenes a perpetuidad. Sufriendo una gran depresión y soledad, pidió varias veces marcharse. Comienza así un lento descenso a los infiernos: no sintiéndose a gusto entre las monjas, desea volver a casa, pero cada petición acaba en fracaso. Diez años más tarde, en un estado de depresión y enfermedad avanzada, decide huir del convento. Esta fuga, bastante teatral y orquestada, marcará a los espíritus: ayudada por otras hermanas, introduce un cadáver en el monasterio, crea un incendio quemándole la cara. Al provocar este incendio, atraen la atención de las superioras y se refugian en una habitación alquilada de antemano por otras monjas. En otras palabras, encontrar un cadáver medio quemado en un monasterio bastaba para crear un escándalo, que el cuerpo eclesiástico trató inmediatamente de minimizar. Dominga fue acogida por sus tíos Thenaut-Gutiérrez, que le ofrecieron hospitalidad en nombre de la libertad.

«Como Napoleón, todo el imperio de su belleza estaba en su mirada; qué feroz, qué orgullosa y penetrante; con este irresistible ascendiente, imponía respeto, encadenaba las voluntades, cautivaba la admiración».

A través de su participación en este entorno militar tan masculino, también cuestionó el lugar de la mujer en relación con su deber cívico, sus cargos políticos y sus implicaciones en general en la sociedad. Terminó su vida cerca de Valparaíso (Chile), aquejada de tuberculosis, a la edad de 31 años.

Aunque son figuras olvidadas de la historia, son testigos de una sociedad cambiante, y de nuevas ideas que representarán una parte de los inicios de la Independencia del Perú. A pesar de la censura, los escándalos y los autodafés, sus legados son hoy más importantes. Perú se independiza el 28 de julio de 1821.

De la arqueología a la música, pasando por la investigación sobre el imperio inca, lo que debemos a Maria Reich, Chabuca Granda y María Rostworowski

En el siglo XX, estas mujeres se hicieron famosas por su excelencia en los campos científico y artístico. Podemos mencionar a Maria Reich, María Rostworowski, Chabuca Granda que, a pesar de sus grandes diferencias, son hoy figuras notables del Perú y han dejado huella en la cultura, la historia y el patrimonio del país.

En orden, de izquierda a derecha, los retratos de Maria Reich, María Rostworowski y Chabuca Granda

Fuente : https://fr.wikipedia.org/wiki/Chabuca_Granda

Más conocida por sus descubrimientos que por su nombre, Maria Reich nació en 1903 en Dresde (Alemania), pero su destino la llevó al otro lado del Atlántico, y más concretamente a la región de Nasca. En efecto, ella hizo famosas las líneas del mismo nombre, que hasta hoy siguen siendo uno de los misterios del Perú. Aunque no era de nacionalidad peruana, Maria Reich dedicó toda su vida al país y a sus investigaciones. Según ella, los geoglifos tenían una función de calendario astronómico a fin de observar los ciclos para la agricultura. En ruptura familiar y deseosa de huir de la Primera Guerra Mundial, es durante su segundo viaje a Perú, en los Andes en 1934 que decide instalarse allí. En esa época «la Señora de las líneas», como la apodaron, pudo descubrir 18 figuras de animales y plantas. Hoy existen más de 150 líneas en la zona de Nazca y Palpa. Desde 1994, las «líneas y geoglifos de Nazca y Palpa» están clasificadas en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO. Actualmente, a pocos kilómetros de las líneas de Nazca se encuentra un museo que recoge las condiciones de vida de la investigadora. Además de su trabajo, se destaca su personalidad y su integración con las poblaciones locales, ya que era políglota y había aprendido quechua.

También podemos mencionar a Chabuca Granda, famosa artista de los años 40 en Perú. Aunque oriunda de la ciudad de Cotabambas, de la región de Apurimac, es en el bohemio distrito de Barranco, en Lima, donde -de su verdadero nombre, María Isabel Granda Larco- encuentra su inspiración. Cantante y guitarrista peruana, participa desde muy joven en concursos de canto. La canción «La Flor de la Canela» (1953) es uno de los clásicos peruanos a escala internacional. Es una mezcla de valses y ritmos de la costa del Pacífico como el «tondero», la «marinera limena». El texto trata de una mujer mestiza cuyo color de piel es «canela», que vive en Lima, una forma que tiene Chabuca Granda de expresar su nostalgia por la capital limeña que ha sufrido grandes cambios. Su emblemática voz grave se ha convertido en un símbolo para la nación. También participó en la creación de la famosa canción «El Cóndor Pas» con Daniel Alomía Robles, que es una de las canciones más famosas de Perú, el himno de los Andes.

Más contemporánea, encontramos a María Rostworowski nacida en Barranco, de padre polaco y madre peruana, es una de las más famosas historiadoras peruanas. Después de muchos viajes con su familia a Europa, se convirtió en una de las más grandes historiadoras del siglo XX.
Dedicó gran parte de sus investigaciones a la historia peruana, especialmente al Imperio Inca, con su primera obra sobre Pachacútec Inca Yupanqui y la biografía de Francisca Pizarro, hija del conquistador español. Paralelamente a sus investigaciones académicas e históricas, ocupa un cargo en la Embajada de Perú en España, así como el de directora del Museo Nacional de Historia. Sus escritos también contribuyeron a dar otra perspectiva al Antiguo Perú, basado esencialmente en una visión europea, a veces alejada de la realidad local, permitiendo así a Perú repensar su historia, alejándose de la representación colonialista de los relatos de las crónicas españolas.

Esta lista, no exhaustiva, de mujeres famosas del Perú muestra la diversidad y los diferentes destinos según las épocas, habiendo contribuido de una manera u otra, a la historia y al patrimonio del Perú.

Acompáñenos en algunos momentos para el final de esta serie dedicada a las mujeres de la historia peruana zambulléndose en nuestra época para conocer a las mujeres de cada día del Perú. Para saber más sobre la historia del Perú y sus temas culturales, así como para realizar un viaje al Perú, no duden en contactarnos.

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Bertrand

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